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domingo, 12 de mayo de 2013

UN DIA AFGANO CON LOS TIGRES DE ALMAGRO.

La misión comienza la tarde anterior cuando el comandante Carlos Carreres (Hellín, 38 años) –jefe de la unidad de vuelo de los helicópteros «Tigre» en Afganistán– explica el objetivo: «un desembarco aéreo de 26 militares en unas montañas del paso de Sabzak para proteger el paso del convoy español».

En el operativo, junto a un helicóptero Chinook y dos Cougar, participarán dos de los tres helicópteros de ataque «Tigre» del Batallón de Helicópteros de Ataque I (Bhela I) desplegados en Herat desde finales de marzo. La misión de los «Tigre» será la de garantizar la seguridad del punto previsto para el aterrizaje del helicóptero que transporta a los militares. También proporcionarán seguridad adicional al convoy.


El comandante, junto a todo el equipo de la unidad Aspuhel (helicópteros del Ejército de Tierra en Afganistán), hace un repaso exhaustivo a las amenazas que se enfrentarán los pilotos manchegos en el temido embudo del Sabzak. Principalmente disparos procedentes de fusiles AK-47 y de ametralladoras. Tras otras indicaciones sobre la orografía que se encontrarán se emplazan a las cinco de la mañana del día siguiente para el despegue.

Esta será la novena misión en Afganistán de los Tigre del Bhela I, con base en Almagro, que por primera vez se estrenan en una misión en el exterior, una misión de la que será testigo ABC. «El principal desafío con el que nos estamos enfrentando en Afganistán es la orografía y las extremas condiciones climáticas. Las altas temperaturas nos obligan exigir lo máximo al helicóptero», explica el comandante Carreres, quien fue el primer piloto del Bhela I en formarse en el pilotaje del Tigre -fabricado en Albacete por Eurocopter– en Francia hace ocho años.

El temido polvo

Otra de las preocupaciones es el denominado «brown out»: el fenómeno por el cual el piloto de un helicóptero pierde la referencia con el terreno al realizar una toma «en polvo». Precisamente la arenisca convertida en polvareda es un fenómeno dominante en Afganistán, que a veces puede llegar a recordar a Marte.


En el primer mes de despliegue en Afganistán, los tres helicópteros Tigre han volado unas 90 horas, el tiempo estipulado por el mando de la misión ISAF de la OTAN, habiendo sido requerido en dos ocasiones por fuerzas internacionales de EE.UU. y Lituania para participar en la escolta de sus convoys.

El teniente coronel Mariano Arrazola –jefe de la unidad Aspuhel– explica asimismo cómo los Tigre han supuesto un extra para el destacamento de helicópteros español que con nueve aparatos «está a la altura operacional de cualquier otro país».

El efecto disuasión es el principal que se busca cuando uno de los Tigre despega de la base de Herat. Sus cohetes de 68 mm. alcanzan un objetivo a cuatro kilómetros y su cañón de 30 mm. ( 720 disparos por minuto) alcanzan los 1,5 kilómetros ofreciendo una mayor potencia de fuego al destacamento español desplegado en Afganistán. De la base de Almagro se han desplazado 32 militares que serán relevados en julio por otro contingente en una misión que concluirá en el mes de noviembre.

El jefe de la I Compañía del Bhela I es el capitán Pedro Fernández Vicente, con quien dialogamos tras concluir la misión del paso del Sabzak: «No ha habido problema alguno. Mejor así, el efecto de disuasión es lo que se busca. Hemos vigilado a un campamento nómada por si había alguna anomalía o posible movimiento».

Este capitán de 50 años lleva destinado treinta años en el Bhela I habiendo pilotado prácticamente todo tipo de helicópteros, especialmente los Bölkow. «Hasta ahora no hemos tenido ningún problema en este mes de misión en Afganistán. Nuestras misiones principales están siendo de escolta de convoyes, buscando posibles amenazas en la carretera, protegiendo flancos y las vanguardias de los mismos», reconoce el capitán Fernández Vicente, quien en la misión del paso del Sabzak ha tenido el puesto del tirador.

Reconoce que los sistemas de armas de los helicópteros de ataque están diseñados para la guerra convencional y que adaptarse a Afganistán es un gran desafío para el batallón de Almagro. «La guerra de insurgencia es la peor, la más sucia. Hay todo tipo de matices que distinguir. Y, claro está, no nos podemos permitir ni un daño colateral. Esa línea roja no se puede pasar... ante la menor duda, no se dispara», explica el tirador de Tigre. ¿Lo que más le ha impactado de Afganistán? «La belleza salvaje del terreno y la cara de felicidad de los críos».

Junto al capitán se encuentra el brigada Antonio Expósito, quien ha pilotado el Tigre, provisto de un filtro de arena y un blindaje especial para la misión afgana. «La mayor dificultad para el pilotaje la entraña el cambio radical que hay de orografía. Se pasa de valle a montaña rápidamente». El peso máximo de despegue también se ve influido por las temperaturas.

El sargento Ángel Juan Enrique (mecánico de Manzanares) y el cabo Ramón Solís (mecánico de armamento de Ciudad Real) nos explican los entresijos y dificultades de las reparaciones en el hangar que los Tigre han copado en la base de Herat, donde se encuentran desplegados en total unos 350 militares españoles.

«La familia es lo que más echamos de menos en la misión. ¡También el sofá del salón!», nos comentan. Mientras, se preparan otros pilotos y tiradores. La misión continúa. Ahora hay que asegurar otro despegue del Chinook en el paso del Sabzak.

Fuente: ABC

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